sábado, 20 de octubre de 2012

“En cuanto salió del agua, vio el cielo abierto y al Espíritu bajando sobre él como una paloma. Y se oyó una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco” (Mc 1,10-11)





El cielo abierto… Por Jesús se nos “abre” la posibilidad de participar del Reino de Dios. El Padre derrama su bendición y envía su Espíritu para que seamos hijos en el Hijo, llenos de su gracia y sumergidos en su amor.
En el bautismo, Dios nos susurra al corazón: “Tú eres mi hijo amado…” Un susurro que encuentra su eco día a día en la oración. Sólo haciéndonos pura receptividad, dispuesta a acoger la Palabra que Dios nos revela, podremos ver de nuevo cada día “el cielo abierto” y escuchar al Padre decirnos “…en ti me complazco…

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